jueves, 4 de diciembre de 2008


Esta semana pretendo escribir sobre los acompañamientos musicales de la magnífica y apoteósica obra maestra que es El Pianista de Roman Polanski. ¿Se me ha visto el plumero? Trataré de no ser demasiado subjetivo, pero será difícil. Huelga decir que es una de mis películas favoritas, sino la más.





El film está basado en la biografía del pianista polaco Vladislaw Spilzman, pero no se trata de la adaptación oficial a la pantalla.
A Roman Polanski no le hace falta más que su propia experiencia y la de sus padres,víctimas de los campos de exterminio, para retratar la inhumana masacre que sufrieron millones de polacos y judíos durante la Segunda Guerra Mundial.
Como ciudadano polaco, sabe expresar el carácter reprimido de su pueblo, en este caso por medio de la música. Esta cinta presenta la destrucción total desde el punto de vista creativo y artístico, a través de la piel de una joven figura del piano que comienza a despuntar.






En la película no se incluyen composiciones originales expresamente compuestas para ella, pero toda la trama la desarrollan las melodías de otro polaco, cómo no; el excelente autor Fréderic Chopin.
Se recoge una selección de las piezas más melancólicas y características de este compositor romántico, reuniendo diversas sonatas, valses y nocturnos.






En cuanto a la relación de la película y la banda sonora dentro de ella, tengo que decir que la música actúa como otro personaje más, que siente y que expresa dolor. También creo que Roman Polanski no lo tuvo tan difícil, al encontrar la unión perfecta entre la figura musical, probablemente, más grande de su país y uno de los periodos que más fuertemente han marcado la historia de su gente. Pero tampoco le quito mérito, ya que resulta arriesgado intentar retratar la aniquilación del ser humano con el lenguaje melancólico, romanticón y ,por lo tanto, superficial en comparación, de la música de Chopin.










Debo destacar la labor del actor protagonista, Adrien Brody, que sin saber si quiera solfeo aprendió a tocar todas las canciones que aparecen en el film, excepto un curioso fragmento del Claro de Luna de Beethoven, que aparece como música de fondo y que no es tocada por Brody.
También se incluye otra genial secuencia en la que suena la música y el pianista reproduce los movimientos en el aire sobre un teclado que no puede tocar porque se encuentra escondido clandestinamente en una buhardilla.










Desde la primera escena se comienza a narrar una historia de desesperación y horror a la que un ser humano sobrevive gracias a la fuerza que le otorga la música y su fe en ella. Aunque existen momentos de auténtico delirio rabioso, como en la apabullante escena en la que el protagonista es descubierto por un oficial alemán desconfiado del régimen, que le pide que toque lo que sienta.
Aquí se resume toda la experiencia del protagonista, todo el dolor y la confusión, pero también la esperanza de saber que siguió vivo hasta hace unos años gracias a la ayuda de ese oficial.










Un film impresionante y desolador que si no te hace algo de pupa por ahí adentro deberías hacértelo miar.
Sólo me queda pedir que dejen volver a Roman Polanski a Estados Unidos para que, por ejemplo, pueda recoger el Oscar que seguro se merece por su próximo film.

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